El presente cuestionario ha sido desarrollado con base en un proyecto que pretende explorar el significado psicológico de los Derechos Humanos, por lo que, tiene como propósito conocer sus ideas con relación a estos. La información que aporte será usada para fines de una investigación académica y será absolutamente confidencial.
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DERECHOS HUMANOS | REVISION DE LOS 70'
DERECHOS HUMANOS | REVISION DE LOS 70'
Va a juicio una causa con 97 víctimas de la represión
Sábado 25 de Febrero de 2012 | El juez federal N° 1, Daniel Bejas, firmó la resolución en el expediente referido al centro clandestino de detención en el ex arsenal militar.
El juez federal N° 1, Daniel Bejas, hizo lugar al requerimiento de elevación a juicio de la megacausa Arsenales II, por delitos cometidos durante la última dictadura militar contra 97 víctimas y en la que figura imputado el escribano Juan Carlos Benedicto, prófugo desde los primeros días de diciembre.
La información, confirmada por el fiscal Federal ad hoc Pablo Camuña, implica que el Tribunal Oral en lo Criminal Federal (TOF) puede fijar fecha de inicio para las audiencias. En la causa están imputadas 22 personas por su actuación en el campo de exterminio que desde 1975 funcionó en el Arsenal Miguel de Azcuénaga, del Ejército.
Además del civil Benedicto, serán enjuiciados el ex comisario condenado Roberto Heriberto "Tuerto" Albornoz, y los militares Miguel Alfredo Manuel Paz, Camilo Ángel Colotti, Ariel Rolando Valdiviezo, Carlos Eduardo Trucco, Augusto Leonardo Neme, Luis Orlando Varela, Luis Daniel De Urquiza, Adolfo Ernesto Moore, Ramón Alfredo Ojeda Fuente, Fernando Torres, Hugo Enzo Soto, Pedro Osvaldo Caballero, Tomás Adolfo Güemes, Alberto Héctor Rafael Montes de Oca, Ernesto Rivero, José Carlos Sowinski, Marcelo Omar Godoy, Celso Alberto Barraza. Benedicto, de 54 años, había sido trasladado de la cárcel común de Villa Urquiza a un hospital privado, tras un supuesto intento de suicidio, pero a principios de diciembre se fugó del lugar.
En el pedido de elevación a juicio, la Fiscalía consideró demostrado "que se actuó con las víctimas en un total estado de indefensión (prueba de ellos son los restos de ataduras halladas en las extremidades de los cadáveres) y con el fin de borrar los rastros del delito, para lo cual no sólo fueron incinerados los restos sino que además pudo registrarse con claridad remociones posteriores efectuadas por medios mecánicos".
A principios de mes, el juez Bejas había firmado la resolución para elevación a juicio del expediente "Jefatura de Policía II", en el que hay 25 acusados y 110 víctimas. Entre los imputados de esta causa figuran Mario Miguel D'Ursi; Luis Armando de Cándido; y el ex jefe del III Cuerpo del Ejército con asiento en Córdoba, Luciano Benjamín Menéndez.
Entre los enjuiciables también aparece el general retirado Ernesto Arturo Alais. que en 1987, como comandante del II Cuerpo recibió la orden de reprimir la sedición de los "carapintadas" en Semana Santa y nunca llegó a destino con su caravana de tanques.
Paralelamente, el TOF fijó para el próximo 15 de marzo, a las 9.30, la fecha de inicio de un nuevo juicio oral. En el caso están imputados Menéndez y Miguel Angel Moreno, por los delitos de violación de domicilio, privación ilegítima de la libertad con apremios y vejaciones, torturas y asociación ilícita agravada, en perjuicio de Emma del Valle Aguirre.
Fwd: FW: juicio por los crímenes del Circuito Camps
El país | Martes, 7 de febrero de 2012
Los testimonios de Nora Ungaro y Carlos Schultz en el juicio por los crímenes del Circuito Camps
"Comían mientras yo recibía el tormento"
En el reinicio de las audiencias tras la feria judicial, los sobrevivientes relataron su paso por los centros clandestinos bonaerenses. Ungaro recordó a Ana Diego, la estudiante de astronomía que CFK mencionó en su discurso de reasunción.
"Nos conocíamos muchísimo. Eramos de la facultad del bosque", dijo Ungaro sobre Ana Diego.
Por Alejandra Dandan
Convencida de que también le habla a la historia, entrenada en la tarea de testimoniar desde que quedó en libertad, Nora Alicia Ungaro se detuvo varias veces para reforzar aquello que decía. Explicar que sabía que la audiencia se estaba grabando y que eso, entonces, podía ser escuchado en el futuro por alguno de los hijos de sus compañeras desaparecidas. En La Plata, donde ayer se reanudó el juicio por los crímenes cometidos en el Circuito Camps, Nora recordó, entre muchas otras, a Ana Teresa Diego, aquella estudiante de astronomía que Cristina Fernández mencionó en el discurso de reasunción de la Presidencia. Ana y Nora eran parte de la Fede y sufrieron la embestida militar que se cobró buena parte de la vida de los universitarios de la zona.
Uno de esos días de secuestro, en la Brigada de Quilmes, en la misma celda, las dos se echaron en el piso, una al lado de la otra. "Por el mismo miedo –dijo–, nos acomodamos cabeza con cabeza, nos hablábamos al oído y cantábamos algunas canciones de la Guerra Civil española que nos enseñó mi papá, canciones de cuna, como les digo, para darnos un poco de ánimo."
El juicio a Ibérico Saint Jean, Jaime Smart, Miguel Etchecolatz y otros 23 acusados de actuar en los centros clandestinos del Circuito Camps recomenzó después de la feria con el testimonio de dos sobrevivientes de la Fede y el movimiento universitario. Los jueces Carlos Rozanski, Roberto Falcone y Mario Portela tomaron juramento –más de una hora después de lo previsto– al entonces estudiante de medicina Carlos Schultz. Que cuando un querellante le preguntó si pudo identificar a quienes estaban secuestrados a su lado intentó explicar que no, que no podía, por las condiciones en las que estaban. "Estábamos todos encapuchados, acostados o sentados contra una pared, uno al lado de otro. Yo por lo menos no sabía si había alguien vigilándonos, lo más importante fue lo que hizo una compañera conmigo, que fue saber si era tal persona."
Carlos sabía que con él sí estaba, en cambio, Ana Teresa, porque los habían levantado juntos, el 30 de septiembre de 1976 en los bosques de La Plata. Como una imagen a la que preferiría no volver, dijo sólo unas líneas: "Era en una esquina del bosque, no me acuerdo si me fui a reunir o nos encontramos con Ana Diego. Nos saludamos, me pidió la hora y en ese momento nos encapucharon y nos metieron adentro de un auto". No hubo reacción de nada, dijo, "porque vinieron de atrás y nos metieron en la parte trasera de un auto".
Se los llevaron a la Brigada de Investigaciones de Etchecolatz. Nora Ungaro se les sumó ese mismo día, aunque su odisea había empezado días antes, cuando una patota entró a la casa de su madre para llevarse a su hermano Horacio, parte de los desaparecidos de la UES, del quinto año del Normal 3 de La Plata, uno de los jóvenes de la Noche de los Lápices. Con Horacio levantaron a un amigo. Ese 30 de septiembre, Nora había ido a la casa de ese amigo, por los documentos para las denuncias y hábeas corpus.
"La mamá de Daniel estaba desesperada", dijo. "En cama, de reposo; yo me puse de espaldas a la puerta del dormitorio, le tenía la mano, trataba de consolarla porque además de todo había fallecido el marido no hacía tanto tiempo." Una patota también entró en ese departamento. Se llevaron a Nora después de encañonarla en la nuca, tirarla al piso y esposarla. Cuando les dijo que tenía los documentos en la cartera, la patota se alegró: "Mejor –dijeron–, así no tenemos que cortarte los dedos para identificarte".
Nora se dio cuenta de que Ana y Carlos estaban con ella cuando llegó al Pozo de Arana. Habló de las torturas, de cómo escuchó que los represores se quejaban porque tenían poco voltaje y de cómo la corriente le dobló el cuerpo mientras alguien pedía mayonesa. "No me voy a extender porque es terrible –dijo–, pero escucho: 'Lobo, alcanzame la mayonesa', porque estaban comiendo, se estaban armando sanguchitos con lomito y lechuga, eso, mientras yo estaba recibiendo el tormento. ¿Y por qué cuento esto? Porque con la corriente, el cuerpo de uno se ahoga, son gritos, el cuerpo se arquea hasta lo último, a estallar, y digo todo esto para que se entienda esa escena."
Después del "ablande", preguntaron por su hermano. "Yo insulto en ese momento", dijo. "¡¿Qué hiciste con mi hermano?!", les soltó y recibió una paliza. "¿Saben por qué les digo esto?", volvió a decir como si debiera contextualizar cada cosa. "Les digo esto porque después tenía que decir 'señor' cada vez que quería ir al baño."
Nora habló de Ana. "Nos conocíamos muchísimo. Eramos de la facultad del bosque. Exactas era el punto de reunión para charlar de cosas. Nos ponen a Ana y a mí en una celda con dos chicas más, Angela López Martín, que era profesora de geografía del Nacional, y Eliana, que era Amelia Acosta de Badell: quiero detenerme un poco acá", dijo. "Tanto Angela como Eliana eran seres maravillosos. Yo las conocía ahí, pero en esa celda, el cariño que nos dieron a Ana y a mí es irreproducible. Trataron de animarnos con cosas lindas. Hablar de la vida. Eliana había dejado dos niños pequeñísimos y decía: 'Yo espero que la familia de mi marido se haga cargo'."
Eliana es otro nombre simbólico del juicio. Y volvió a escucharse en uno de los momentos más difíciles del relato. Nora ya había contado quién era Eliana, que era chilena, compañera de Esteban y cuñada de Julio Badell, integrados a la Bonaerense y quienes, según la represión, se suicidaron. Nora explicó en el juicio que los organismos encontraron un acta de defunción de Eliana, un acta que ella entregó al Tribunal y firmada por el médico Jorge Bergés, uno de los acusados del juicio. "Esto que digo se está grabando en la sala", dijo Nora en un momento casi gritando. "Acá está el acta de defunción de Eliana, yo quiero decirlo. En algún tiempo esto va a estar en Internet. Quiero que los hijos vean esto. Quiero que sepan que su madre los amó y que fue asesinada. Yo la dejé con vida. A las horas me trasladaron de ahí y yo la dejé con vida y me seguía comunicando."
Efectivamente, a Nora se la llevaron de Arana a la Brigada de Quilmes durante un tiempo, aunque luego volvió a Arana. En Quilmes sucedió aquello de las canciones de la Guerra Civil española con Ana Diego, allí la vio por última vez. Y ahí también escuchó el nombre de su hermano entre las voces de sus viejos compañeros (ver aparte), y aún se acuerda cómo llegó: "Nos separaban varones y mujeres. Ibamos subiendo unas escaleras. Le aseguro que en ese momento tan terrible, imagínense, no habíamos podido ni lavarnos la cara con agua, en mi caso después de la tortura chorreé sangre hasta los tobillos, así que imagínense en qué circunstancias a éstos se les ocurre manosear a una mujer".
Las audiencias continúan hoy. Entre otros declaran Lázaro y Zivana Aleksoski, hermanos de David Jose Aleksoski, conscripto desaparecido del Regimiento Granaderos a Caballo.
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